En los
seres humanos, el cerebro pesa entre 1,3 y 1,6 kilos. La corteza cerebral (es decir, la
superficie del cerebro) alberga unos 22.000 millones de neuronas, de acuerdo a
lo expresado en los estudios médicos más reconocidos.
El
metabolismo celular
genera la energía bioquímica que
utiliza el cerebro para desencadenar las reacciones neuronales. La energía es recibida por las dendritas y
emitida en los axones en forma de moléculas de sustancias químicas que reciben
el nombre de neurotransmisores.
El cerebro es el órgano encargado de controlar y coordinar todos los movimientos que realizamos y de procesar la información sensorial. Por otra parte, se dedica a regular las funciones homeostáticas, como la presión sanguínea, la temperatura corporal y los latidos del corazón.
En
definitiva, el cerebro es el responsable del aprendizaje,
la cognición, la memoria y las emociones. Su funcionamiento se realiza a través
de la interacción entre sus distintas áreas.
El
cerebro está dividido por una fisura longitudinal que permite distinguir entre dos hemisferios
cerebrales: el derecho y
el izquierdo. A su vez, cada
hemisferio presenta otras fisuras, pero no tan profundas, que dividen la
corteza cerebral en distintos lóbulos.
Pese a
que ambos hemisferios son opuestos, desde un aspecto morfológico no son
simétricos. Por otra parte, cabe destacar que sólo el humano parece mostrar
diferencia de competencias entre los dos hemisferios. A propósito, a
continuación se detallan las funciones y características de cada uno, según
los estudios conocidos hasta el momento.
El hemisferio izquierdo se encarga del reconocimiento de la escritura
y la coherencia entre los distintos vocablos que forman una oración, así como
de la comprensión del habla, de los números y las operaciones matemáticas
y lógicas, e incluso de la abstracción necesaria para expresar ideas de forma
oral o gestual. Esta región de nuestro cerebro es considerada como el origen de nuestra capacidad expresiva,
y una lesión que la afecte puede generar terribles trastornos en sus funciones,
como ser el habla y la movilidad de la mitad derecha de nuestro cuerpo, aunque
la gravedad de las consecuencias depende directamente del tipo de daño sufrido.
Si bien
la ciencia no ha logrado descifrar los mecanismos que utiliza el cerebro para
partir de un determinado grupo de ideas, que hayan sido convertidas en palabras,
relacionarlas entre sí y finalmente construir una oración o idea más compleja,
se cree que antes de asignar un vocablo a un concepto, la mente intenta comprenderlo
de manera independiente; por eso somos capaces de aprender diferentes idiomas,
y de mirar el conocimiento desde varias perspectivas culturales. Cabe mencionar
que los test de inteligencia se
centran principalmente en el rendimiento del hemisferio izquierdo, dado que la
mayoría de sus funciones están relacionadas con la consciencia, con el análisis
y la medición, con la exactitud y la expresividad.
El hemisferio derecho, de manera
complementaria, tiene en su poder la integración de información visual y
sonora, para colaborar con la orientación en el espacio y entender el mundo a
través de los sentimientos y de las sensaciones; trabaja de una forma casi
opuesta al izquierdo, intentando aunar los conceptos en un todo, en lugar de
dividirlos en pequeñas porciones. Este hemisferio se considera el más activo en
personas con habilidades para el arte en general. Un ejemplo muy interesante
explica que si nos encontramos inesperadamente con alguien conocido, es
precisamente esta región la que realiza el pertinente reconocimiento facial,
aunque necesita del posterior trabajo del hemisferio izquierdo para hallar en
nuestra memoria
su nombre y otros datos personales.
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